“Ya casi rompo mis cadenas, ya casi llega la libertad”, decía el coro de la canción Valiente del artista venezolano Nacho, que fue entonado por miles de venezolanos reunidos en la Plaza de Bolívar de Bogotá, la capital colombiana, en la mañana del sábado. Con lágrimas en los ojos, banderas de Venezuela amarradas a sus cuerpos y gorras estampadas con el mensaje Mano, tengo fe, los migrantes participaron en este encuentro motivado por la líder de la oposición, María Corina Machado. La movilización en Bogotá se dio al mismo tiempo que la gran marcha en Caracas, en protesta por los resultados dados por el Consejo Nacional Electoral el pasado domingo, en los que se proclamó como ganador de las elecciones presidenciales, una vez más, a Nicolás Maduro.
Han pasado ocho días desde el mayor encuentro de la población venezolana en Bogotá, en el que cerca de 5.000 personas se reunieron en el parque distrital Alfonso López en Palermo, un barrio de clase media alta. Además, lograron llenar la Plaza de Bolívar, esperando con ilusión el cambio de gobierno del chavismo como boleto para planear lo que podría ser el regreso a casa. El sentimiento sigue siendo de ilusión, aunque ahora está cargado de rabia y más frustración de lo habitual. No solo por los resultados electorales, sino también por la postura diplomática que ha adoptado el presidente Gustavo Petro frente a la negativa del gobierno de Nicolás Maduro de exponer públicamente las actas electorales.
Los carteles no solo expresaban su rechazo hacia Maduro, sino también un claro descontento con el presidente colombiano. Frases como “Petro, cómplice de la dictadura”, “No queremos otra Venezuela en Colombia” y “Petro, reaccione” se leían con firmeza, reflejando la frustración acumulada. En medio de la multitud, Jorge Vega, un representante de la sociedad civil, alzó la voz frente a decenas de ciudadanos y envió un mensaje directo a Petro: “No sea cómplice del asesino de Maduro ni ponga a los suyos en nuestra contra. Su cónsul no nos dejó votar, pero no nos va a detener”, proclamó. Los sentimientos se intensificaron aún más cuando Marisol Cuestas, una venezolana de 47 años, irrumpió en la escena con un grito cargado de emoción: “Petro está siendo injusto con los venezolanos. Nosotros estamos buscando un futuro, necesitamos su ayuda”.